domingo, 22 de septiembre de 2019

Pregón de fiestas Nuestra Señora 2019

PREGÓN DE FIESTAS DE ARGUJILLO 2019
Buenas tardes autoridades, familiares, queridos amigos: Los que sois de Argujillo y estáis aquí, los que estáis y no sois, los que son y no están, y los que en otro tiempo fueron, nos enseñaron, y que de alguna manera están hoy con nosotros en nuestro recuerdo.
Cuando me pidieron que hiciera este pregón, confieso que me dio un poco de vértigo. La razón se lleva mal con las emociones, y a mi todo lo que tiene que ver con mi pueblo me toca la fibra y hace que me sienta como un flan.
Pero, a sabiendas que el discurso no es lo mío. Como Argujillano es un gran honor para mí, me siento halagado, y agradecido a la comisión. Con responsabilidad y un poco de miedo, decidí aplicarme para escribir este pregón. Que según el diccionario quiere decir: “discurso literario que se pronuncia en público con ocasión de alguna festividad o celebración”.
Y, de qué hablo, me pregunté.
Os podía hablar de la larga y desconocida historia de la villa.
De los restos arqueológicos encontrados e históricamente mal gestionados...
Hace años, rebuscando por ahí, encontré documentos de 1204. Argujillo se convirtió entonces en  un sitio o tierra del rey; Alfonso IX de León le había concedido el ”realengo” (al ser tierras regias estaban exentas de pagar diezmos e impuestos a los concejos e iglesia. Además, sus habitantes disponían para su uso y dominio de unos terrenos: los prados...)
Ese mismo año, el Rey, dentro de una permuta más amplia, cede el control del sitio a la orden del Temple.
Podía hablaros de los conflictos (que afectaron a la villa) entre el poderoso obispo Don Suero (hombre de confianza de Alfonso X el sabio) y los Templarios.
De que, cuando fue expulsada la orden del Temple de los reinos peninsulares, Argujillo pasó a ser dominio de la orden de Alcántara.
De la pugna por la “pertenencia”  durante casi dos siglos, entre los Alcántara y los Reyes (Alfonso XI de León lo intentó en el (siglo XIV) y Juan II de Castilla reclamó en 1439 al papa Eugenio IV para que Argujillo fuera considerado tierra del rey).
De la disputa entre el convento de San Miguel del Burgo y Zamora por el dominio de la Aldea el Palo, resuelto en 1399; en el que  se vería afectado Argujillo. De como en 1459 se hace la separación de lindes entre estas dos poblaciones (Desde entonces, aquella, pertenece al concejo de Zamora en perjuicio del de Toro).
O, de la nueva concesión de realengo a Argujillo por el Emperador Carlos V (S. XVI).
Podía hablaros de lo importante que ya era nuestro vino, y por él, nuestro pueblo, en los siglos posteriores al descubrimiento de América. Por ser un caldo de calidad, que aguantaba bien los largos viajes en barco.
 De la reconstrucción de la iglesia sobre otra más antigua (S. XVII); de sus altares, de sus ermitas.
Del paso demoledor por la Villa de los Franceses en 1809. De las incursiones de tropas durante la marcha paralela (preliminar a la batalla de Arpiles en 1812). Y lo importantes que fueron la colaboración de vecinos y las tierras del rey (nuestros prados) para que no nos volvieran a destrozar el pueblo.
De lo reflejado sobre la villa en el Catastro  del Marqués de la Ensenada (S. XVIII). O en el posterior diccionario de Madoz (S. XIX).
De la reconstrucción de la torre (terminada en 1819).
De nuestros emigrantes,  después del desastre del 98...
De nuestros grandes pelotaris. De la escuela; sus recreos,  de los interminables partidos de fútbol. De personajes argujillanos célebres o pintorescos. De la estancia de la cátedra. De tantas cosas, que me llevaría horas…

Pero no, hoy quiero hablaros de la fiesta que yo he vivido y sentido. De su gente, sin nombres, de su espíritu, y de las emociones que se generan cuando se acerca Nuestra Señora. Del blanco y negro, de su paso al color…
Por la Magdalena se activaban las neuronas y la agitación de la población bullía con pasión, se olía la fiesta. Desde las eras se esperaba con inquietud la noche para manifestar los sentimientos. Los muchachos corrían nerviosos y se juntaban para jugar a los toros que, como en la realidad, debían ser bravos y con peligro, para no aburrirse…La barrera se fijaba de la rodilla p'arriba. En caso de quedar a menor altura, el bicho corneaba sin compasión.
Más tarde, aparecían los mozos que, agrupados se dirigían a casa del alcalde “a pedir toros”. Le cantaban frente a su puerta: señor alcalde si no hay novillos tampoco hay baile, tampoco misa... Le boceaban: toros, toros... Se repetía la parafernalia todas las noches, hasta obtener el sí de la autoridad. En realidad, nunca conocí una negación y todos los años ocurría lo mismo: el Ayuntamiento daba dos toros y la Hermandad de Labradores otros dos.
Días después, los “expertos” visitaban las dehesas y elegían los novillos. Surgían los murmullos y crecían las expectativas en las concurridas tertulias de los bares.
- Chachooo que bichooos.
La primera vez que yo vi una suelta de novillos fue en esta plaza, delante del bar, bajo un carro. Lo recuerdo en blanco y negro: estaba muy emocionado, pasé mucho miedo y sobre todo, tragué mucho polvo.
Aquellos carros aún contenían granos de trigo sobre sus tablas. Reciente, sus dueños, habían descargado en las eras el bálago que portaban. A continuación, los bajaban a la plaza. Los prestaban al Ayuntamiento para, con ellos, construir el “coso” y cerrar la calle del encierro. Todo era así en nuestro pueblo entonces.
                Esa es la esencia, el legado que hoy quiero rescatar:
                          ¡Generosidad y colaboración!
La vecindad sin excepción, ayudaban en las faenas y actividades de la villa. Todo se hacía a prestación personal: plaza, caminos, regatas, cercado de prados, agua, desagües, calles, hasta la piscina, y por supuesto, la fiesta. Era un bien común, y lo importante, lo inteligente, era realizarlo para orgullo y disfrute de todos.
La vida evolucionó, mejoró el nivel y también el pueblo. Se asfaltó la Plaza Mayor y el cercado se trasladó a la puerta de la iglesia. Los tiempos cambiaban y se encarecían los festejos. Se cerraron los recintos y se empezó a cobrar entradas. La feria se limitaba en este periodo a dos días: cuatro bailes (tarde y noche), desenjaule a las 24 horas del 14, encierro por la calle en la mañana del día 15,  novillada por la tarde. Bueno, en realidad, daban algunos pases los maletillas y los mozos recortaban.
Se volvieron permitir encierros por el campo. Se empezaron a celebrar, como ahora, en el prado cercado de la Reguerina; aunque los astados siempre se escapaban... Y aparecieron toros míticos como “el Veleto”, cuya bravura le aupó al teso Los Carriles. O “el de las puertas de Salvador”: grande, bien armado. Durante el desenjaule de la noche, cuando la expectación era máxima por la inminente salida del esperado rey de las tertulias de vísperas, se oyó un estruendo, y apareció el bicho como un tren. Portaba las puertas del chiquero sobre sus poderosas astas, las movía con violencia sin que cayeran al suelo en un buen trecho… Dejando grabada para siempre esa imagen en los presentes.
Después de un año con toros malísimos. Cuando la fiesta parecía decaer. Apareció el espíritu cooperativo de la villa. Los mozos pidieron al alcalde que les autorizara a organizar los eventos. Con buen criterio, la autoridad accedió.
Se pasó a montar la plaza tras las escuelas. Ya predominaban los remolques sobre los carros en los cierres. Incluso, se construyó una barrera fija de bloques, y también, los actuales chiqueros.
Todos participaron, jóvenes y no tan jóvenes. Se decidió que las fiestas pasaran de dos a cuatro días. Aumentó el número de actividades: bailes, toros, también los gastos... Se repartió el trabajo de forma democrática: junta directiva, taquilleros, turnos de vigilantes de toros y baile, etc.
Uno de los encierros; debido a ciertos recelos de competencia entre pueblos para esa fecha, se celebró por la tarde.
Algunos vecinos se echaban las manos a la cabeza.
-Vais a arruinar al pueblo, pronosticaban unos.
-Os habéis vuelto locos, decían otros.
Pero, por la participación masiva, colaboración de vecinos, algo de “sesera” y mucho trabajo, los festejos acabaron con superávit. Y eso que hubo que pagar daños colaterales; como la burra de nuestros queridos vecinos de El Maderal, que murió en accidente, por asta de toro.
Como la fiesta debía ser de todos y para todos, se trajeron “chotas” para generar la participación y afición de los menores. También alguna moza realizó célebres faenas, y hasta algún varón adulto reunió el valor suficiente para por fin ponerse delante de una res brava.
Proliferó desde entonces la suelta de la siempre divertida vaca del aguardiente. En la que participaban los trasnochadores; y también, desde las puertas de sus casas y calles, hombres y mujeres (algunas con rulos) con ojos, cara, ropa y “pelos” del que sale de la cama.
Fue una suerte contar con toros para la historia: como el colorao y el cano, para que la fiesta fuera un éxito en lo taurino. La gran afluencia de forasteros y el ambiente colaborativo con la venta de abonos, salvó lo económico.
Por primera vez se eligió Reina de las fiestas.
Y con esta dinámica se formó la primera peña argujillana. Una locura, donde se reunían mozos y mozas de todas las edades. Un batiburrillo de ideas y situaciones casi imposible de canalizar. Pero, el espíritu y las ganas de sacar la fiesta adelante, lo hizo posible. Sin duda, esta concentración de jóvenes fue la base para que posteriormente nacieran las peñas con la configuración actual. Alguien lanzó la idea de Timón para el nombre; como símbolo de la dirección que debían tomar las reuniones de “cuadrillas” en los festejos a partir de entonces. Al final, la gran Peña se llamó Mancera, que no dejaba de ser un timón adaptado a los aperos de labranza, más propios de nuestra tierra.
Empezaban a aparecer ciertas pinceladas de color, aunque, algo pálido...
Pasaron los años y la fiesta evolucionó. Los bailes se mudaron al trinquete y se plantó la plaza de toros en el Soto… Las autoridades promovieron novedosas actividades de convivencia: como el asado de novillo, juegos infantiles. Espectáculos en el nuevo ruedo: caballos que bailaban, y novilladas mixtas: regladas para ver torear a jóvenes vestidos de luces, y novillos para recortes de los mozos.
Las peñas se consolidaron y creció la participación. Pusieron en marcha su misa y  bajada. Ambas con letras y música; en las que colaboraron personas externas, capaces, y amantes de Argujillo. Fue una época de brillo, con color.
Años después, por circunstancias, desaparecieron los desenjaules y novilladas. Lo taurino se redujo a los dos encierros mixtos.
Un grupo de jóvenes emprendedores fundaron la Asociación Cultural los Carriles, que reactivó al municipio. Promovieron actividades, algunas nuevas. De convivencia, con la comida popular. Juegos tradicionales e infantiles, adaptados a la época. Fue iniciativa suya los cuentacuentos y otros, que complementaban a los ya organizados por el Ayuntamiento como: los castillos hinchables, fiesta de la espuma, etc. Que entretenían y hacían disfrutar a los más pequeños durante toda la semana. Concluyendo con un gran encierro infantil de carretones, que sustituía a aquellas “chotas”. Donde los niños y niñas, volvieran a correr y sentir el hormigueo y la emoción de la fiesta.
Promueven actuaciones artísticas, y de discoteca, colaboran en arreglos de instalaciones municipales. Además, potencian el ambiente, con humor, con sus propios disfraces y pasacalles, dan continuidad a la misa y bajada de peñas, e instauran este acto del pregón.
Sin duda, una excelente representación del espíritu de nuestros mayores y esencia de Argujillo.
Un fuerte aplauso para ellos.
Desde aquellos años 60 hasta ahora, la población ha disminuido mucho. De algo más de 600 habitantes entonces, a poco más de los 200 actuales. Siendo la de hoy, además, una población más envejecida. Somos parte de lo que ahora se llama la España vaciada. Pero, Argujillo siempre presumió y se sintió orgulloso de laborar bien sus campos, de sus productos y de sus fiestas. Por ello, es más necesario que nunca recuperar el “alma” y arrimar el hombro, como se hizo siempre, para que las fiestas continúen, para que Argujillo resista.
Las autoridades deben ser imaginativas y tratar de promover una fiesta actual, de contrastes, con color brillante, de todos y para todos. Poner al pueblo bonito, informar, mimar a nuestros niños y a nuestros visitantes, para que quieran volver.
En el prado; momento mágico para caballistas. Con su experiencia, buen hacer, apoyo de los de a pie, de las peñas, del pueblo en general; facilitarán que las cosas salgan lo mejor posible, como queremos todos. El encierro, según lo programado, debe continuar en la calle y llegar en las mejores condiciones, para que otros puedan disfrutar. Somos pocos, las cosas están difíciles, y por eso, más que nunca, debe aflorar nuestra identidad al nivel de nuestra historia. En tiempos de imagen, debemos dar un perfil de pueblo acogedor, comprometido con su fiesta, solidario, alegre, unido, muy respetuoso con los otros y serio con sus programas.
Termino, con una gran tarea reservada a las peñas.
Deben ser, quienes acojan al forastero y transmitan la alegría y el espíritu de la localidad. De su participación en la chanza, de su buen ambiente, del ejemplo de los mayores, del aprendizaje y las buenas experiencias de los más jóvenes, dependerá la continuidad y el futuro de la fiesta que, provocará en ellos, y en el futuro, también en sus hijos, las ganas de volver siempre unos días a Argujillo, para sentirse en casa y protagonistas.
Las peñas son nuestra foto. El recibimiento y trato que demos a nuestros visitantes, plasmará en esas personas una imagen positiva que, validarán y apuntarán con mayúsculas en su agenda de verano. Las fiestas necesitan gente...
Por lo expuesto, animo a todos y todas desde el respeto, a divertirse mucho, cantar, bailar, reír, vivir, convivir, dejar vivir, a sentirse orgullosos de ser argujillanos. A disfrutar de algo realmente nuestro. ¡Estamos en fiestass! Que reine la alegría.
Jóvenes, habéis recibido el pueblo que otros han forjado, ahora os corresponde a vosotros coger el testigo para cuidar y mejorar el legado.
Con permiso de la autoridad, proclamo el inicio de las fiestas de Nuestra Señora, deseando a todos unas felices fiestas de la Asunción 2019
Y con esperanza gritarrr
¡Viva Nuestra Señora!
¡Viva la fiesta y todos sus participantes!
¡Viva Argujillo!
A continuación: Gonzalo García nos deleitara con su poesía.
Al final cantarán las peñas, tararearemos todos, Argujillo te quiero cantar
                                   

                                  Argujillo 13 de agosto del 2020
                                           Juan Carlos Tejedor

Nota:  Toda la información sobre datos históricos los encontraréis en: www.pucela.net/argujillo
O en : http://enargujillolapega.blogspot.com/p/retazos-de-nuestra-historia.html?m=1

domingo, 25 de agosto de 2019

Crónica de Nuestra Señora 2019

Estoy en uno de esos días con sabor agridulce, entre cansado, saturado, alegre, y con la melancolía que produce el final de las fiestas, bueno, mi particular “pobre de mí”.

Pero algo me dice que debo seguir unos minutos más y escribir esta crónica.

Las fiestas de este año han venido precedidas por la expectación de la novedad. Un nuevo alcalde, y con él, un nuevo equipo de gobierno municipal que, iniciaban su andadura nada menos que preparando Nuestra Señora.
Y se pusieron pronto manos a la obra, nunca mejor dicho. Propusieron y se nombró una comisión de festejo. Abrieron la mano para la participación de todos. Al alcalde y sus concejales los hemos observado trabajando, no desde el despacho, no. Han hecho un esfuerzo de colosos, siendo directores y obreros, apoyados por un puñado de personas. Primero en la piscina, después en el diseño de programas y preparación de instalaciones. Todos los hemos visto sudar, hasta dejar colocada la última merina. Hay que valorar y aplaudir el gran esfuerzo de este equipo por hacer unas fiestas variadas y dignas, para todas las personas, con el mínimo dinero posible, debido en gran parte a su trabajo de titanes: intelectual, y físico a pie de obra.
Engalanaron y vistieron al pueblo de fiesta. Diseñaron un programa variado, en la semana del 8 al 15, para todos, que, a pesar del frío de algunas noches, resultó entretenido y divertido.
Los bailes, no solo por lo espectacular de los escenarios (lo pasó mal el gallego para colocar el camión en el trinquete) fueron distintos, los dos centrales llenaron como nunca y animaron cada uno en su estilo. La discoteca móvil extraordinaria;  incansables, pincharon una excelente música,  daba la impresión de estar en Venialbo... más clásicos los de los instrumentos de aire.
Hubo fallos claro ¿y quién no los tiene? la inexperiencia se paga. Llegaron exhaustos al último tramo, aguantaron con entereza, dignidad y mucho trabajo cuando surgieron los problemas en el prado, donde el primer día lo intentaron todo hasta las11 de la noche para encerrar a los obstinados novillos. Dicen lenguas entendidas, y quizás mal intencionadas, que alguna pequeña zancadilla hubo. Yo no lo sé, es algo muy técnico que no controlo. Ya sabéis los futboleros que, para proteger a los jugadores de lesiones, ahora un pequeño pisotón en el talón de Aquiles es motivo de expulsión, aunque no sea intencionado.
Habrá que estudiar la norma con detenimiento durante este año, por si procede aplicarla en el 2020 para proteger el desarrollo normal del encierro con garantías de ser justo. Aunque, mi opinión, como en el futbol, creo que si no hay intención, ni reiteración, con una tarjeta amarilla es suficiente.
El segundo día algo se aprendió, y en su momento se tomaron las decisiones oportunas para que al menos un novillo entrara.
El toro de la noche consiguió llenar de luz la calle y aportar un gran ambiente a la madrugada. Se notaba la afluencia de público forastero.
Que salgan los toros bravos tiene mucho de suerte, y en la pequeña parte humana de elección-organización, estoy seguro que, con esta experiencia todo mejorará.
En la Plaza Mayor, no se daban las mejores condiciones técnicas, ni de confort, y además le fallaron los nervios al pregonero, pero hubo pregón, y, perdón por la inmodestia, trabajado y con contenidos acordes a lo que debe ser un discurso de fiesta.
En la balanza ganaron por goleada los actos brillantes a las mediocres: misa, bajada de peñas y la multitudinaria ruta de la limonada, de diez en participación y comportamiento. La gente tenía ganas de disfrutar... Las actuaciones en la plaza concentraron y divirtieron al público, el frontenis, los juegos infantiles y populares cumplieron su objetivo.
Empezamos desde ahora a preparar las siguientes. Los errores sirven para aprender, tenemos, tienen mucho margen de mejora. Hay que confiar en la juventud, en su formación, su ilusión, sus ideas y su fuerza. Arrimar el hombro para que, a los que este año fueron unos pocos, y desde aquí felicito, se le sumen otros, y el que viene sean mayoría. Porque todos/as queremos a nuestra villa, para que, Argujillo resista, y dejemos una herencia de la que nos sintamos orgullosos.

Juan Carlos Tejedor M. Santander 19 de agosto 2019