Estoy en uno de esos días con sabor agridulce, entre cansado, saturado, alegre, y con la melancolía que produce el final de las fiestas, bueno, mi particular “pobre de mí”.
Pero algo me dice que debo seguir unos minutos más y escribir esta crónica.
Las fiestas de este año han venido precedidas por la expectación de la novedad. Un nuevo alcalde, y con él, un nuevo equipo de gobierno municipal que, iniciaban su andadura nada menos que preparando Nuestra Señora.
Y se pusieron pronto manos a la obra, nunca mejor dicho. Propusieron y se nombró una comisión de festejo. Abrieron la mano para la participación de todos. Al alcalde y sus concejales los hemos observado trabajando, no desde el despacho, no. Han hecho un esfuerzo de colosos, siendo directores y obreros, apoyados por un puñado de personas. Primero en la piscina, después en el diseño de programas y preparación de instalaciones. Todos los hemos visto sudar, hasta dejar colocada la última merina. Hay que valorar y aplaudir el gran esfuerzo de este equipo por hacer unas fiestas variadas y dignas, para todas las personas, con el mínimo dinero posible, debido en gran parte a su trabajo de titanes: intelectual, y físico a pie de obra.
Engalanaron y vistieron al pueblo de fiesta. Diseñaron un programa variado, en la semana del 8 al 15, para todos, que, a pesar del frío de algunas noches, resultó entretenido y divertido.
Los bailes, no solo por lo espectacular de los escenarios (lo pasó mal el gallego para colocar el camión en el trinquete) fueron distintos, los dos centrales llenaron como nunca y animaron cada uno en su estilo. La discoteca móvil extraordinaria; incansables, pincharon una excelente música, daba la impresión de estar en Venialbo... más clásicos los de los instrumentos de aire.
Hubo fallos claro ¿y quién no los tiene? la inexperiencia se paga. Llegaron exhaustos al último tramo, aguantaron con entereza, dignidad y mucho trabajo cuando surgieron los problemas en el prado, donde el primer día lo intentaron todo hasta las11 de la noche para encerrar a los obstinados novillos. Dicen lenguas entendidas, y quizás mal intencionadas, que alguna pequeña zancadilla hubo. Yo no lo sé, es algo muy técnico que no controlo. Ya sabéis los futboleros que, para proteger a los jugadores de lesiones, ahora un pequeño pisotón en el talón de Aquiles es motivo de expulsión, aunque no sea intencionado.
Habrá que estudiar la norma con detenimiento durante este año, por si procede aplicarla en el 2020 para proteger el desarrollo normal del encierro con garantías de ser justo. Aunque, mi opinión, como en el futbol, creo que si no hay intención, ni reiteración, con una tarjeta amarilla es suficiente.
El segundo día algo se aprendió, y en su momento se tomaron las decisiones oportunas para que al menos un novillo entrara.
El toro de la noche consiguió llenar de luz la calle y aportar un gran ambiente a la madrugada. Se notaba la afluencia de público forastero.
Que salgan los toros bravos tiene mucho de suerte, y en la pequeña parte humana de elección-organización, estoy seguro que, con esta experiencia todo mejorará.
En la Plaza Mayor, no se daban las mejores condiciones técnicas, ni de confort, y además le fallaron los nervios al pregonero, pero hubo pregón, y, perdón por la inmodestia, trabajado y con contenidos acordes a lo que debe ser un discurso de fiesta.
En la balanza ganaron por goleada los actos brillantes a las mediocres: misa, bajada de peñas y la multitudinaria ruta de la limonada, de diez en participación y comportamiento. La gente tenía ganas de disfrutar... Las actuaciones en la plaza concentraron y divirtieron al público, el frontenis, los juegos infantiles y populares cumplieron su objetivo.
Empezamos desde ahora a preparar las siguientes. Los errores sirven para aprender, tenemos, tienen mucho margen de mejora. Hay que confiar en la juventud, en su formación, su ilusión, sus ideas y su fuerza. Arrimar el hombro para que, a los que este año fueron unos pocos, y desde aquí felicito, se le sumen otros, y el que viene sean mayoría. Porque todos/as queremos a nuestra villa, para que, Argujillo resista, y dejemos una herencia de la que nos sintamos orgullosos.
Juan Carlos Tejedor M. Santander 19 de agosto 2019
domingo, 25 de agosto de 2019
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